Pasar al profesionalismo con garantías de éxito

LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

El salto al mundo del profesionalismo puede acabar con la proyección futbolística de un juvenil. Por este motivo, el entrenador antes de avalar esta importante transición debe garantizarse que el juvenil posee seis pautas básicas que permitan tomar esta decisión con un mínimo de garantías:

  • Autoconocimiento. Aunque el conocimiento pleno de uno mismo es una quimera, el juvenil tiene que acreditarnos un conocimiento suficiente de sí mismo. Es lo que vendríamos a denominar madurez desde una perspectiva de las distintas inteligencias. No obstante, la inteligencia que más va a condicionar el paso al profesionalismo va a ser la denominada inteligencia emocional – tanto en su componente intrapersonal, conocerse a sí mismo, como interpersonal – relación con los demás –.
  • Equilibrio emocional. Esta segunda pauta está íntimamente relacionada con la anterior competencia y sobre todo con la inteligencia intrapersonal. El juvenil va a estar sometido a una enorme presión competitiva que no es fácil de soportar si no tiene un mínimo control emocional.
  • Responsabilidad. Esta capacidad va a permitir al juvenil tener la voluntad necesaria para no tener miedo a la hora de competir. El entrenador debe otorgar la libertad de acción en base a la responsabilidad demostrada. No se le debe exigir más que a los demás, sino lo mismo que al resto de los jugadores. La responsabilidad permite al individuo detectar donde está el límite entre el atrevimiento y la temeridad.
  • Actitud de querer mejorar. El juvenil debe entender que el paso a la profesionalidad no significa que ya lo sabe todo, que ha llegado al final del camino. Todo lo contrario, el entrenador debe detectar la ambición e inquietud por mejorar permanente. Siempre hay margen de mejora y siempre se debe tener la necesidad de hacer las cosas mejor, permanentemente.
  • Actitud competitiva. La competición implica riesgo e incertidumbre. El juvenil debe ser capaz de soportar el estrés competitivo. Debe ser consciente de la exigencia que implica conseguir un resultado satisfactorio.
  • Trabajo en equipo. Que nuevamente está muy relacionado con las actitudes anteriores y más en concreto con la inteligencia interpersonal. El juvenil tiene que tener la capacidad de integrarse en el nuevo grupo. Cuando se decide subir al primer equipo a un juvenil, este suele estar acostumbrado a ser titular indiscutible en las categorías inferiores. Sin embargo, al integrarse en el nuevo equipo, corre el riesgo de no asumir un posible rol de suplencia.

Si el entrenador observa todas estas aptitudes en un juvenil, con independencia de las competencias a nivel técnico, táctico o físico; el salto a la profesionalidad podría darse con ciertas garantías de éxito. En caso contrario, es muy probable que en el corto y largo plazo se haya dañado irreversiblemente el desarrollo integral de futbolista.

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