En la búsqueda de los clásicos, nos remontaremos a la filosofía griega y más en concreto a la figura de Sócrates a través de los escritos de uno de sus discípulos más aventajados, Platón. El conocido como “método socrático” parte de la premisa enunciada en una de las frases más célebres de Sócrates: “Solo sé que no sé nada”, en la que adquiere la consciencia de su propia ignorancia y de la ignorancia de todo lo que le rodea. El método se centra en interrogar a sus interlocutores para evidenciar la incongruencia de sus afirmaciones. Sócrates poseía una agudeza mental e ingenio que le permitía dirigir las discusiones con gran maestría. El filósofo griego pensaba que todo individuo tiene conocimiento pleno de la verdad última contenida dentro del alma. Este conocimiento necesita ser estimulado mediante reflejos conscientes para poder ser adquirido. Es lo que se denomina mayéutica o método socrático consistente en preguntar al sujeto acerca de algo concreto; luego se procede a debatir la respuesta dada por medio del establecimiento de conceptos generales. El debate lleva al interlocutor a un concepto nuevo desarrollado a partir del que se tenía inicialmente.
Para José María Barrio, la mayéutica de Sócrates consiste en que el entrenador debe usar una aguda ironía para conseguir que sus jugadores entren en el diálogo de forma crítica. Mediante la reflexión, los jugadores deben poner a prueba sus convicciones para ver si superan el proceso y discriminar de esta forma lo real de lo aparente. La figura del entrenador, más que guiar el pensamiento de los jugadores se debe centrar en facilitarles el trabajo de pensar a fondo. Del proceso solo se puede obtener dos resultados: los jugadores salen con nuevas creencias o con las mismas convicciones que ya tenían al inicio. Pero incluso en el caso de que no se vieran modificadas sus convicciones, estas estarían mejor fundadas, más consolidadas y más resistentes a nuevas críticas.
El entrenador tendría que adquirir esta habilidad dialéctica para ayudar a sus jugadores a examinar su conducta y adquirir el conocimiento pleno de sí mismos. A través de la mayéutica el jugador encuentra la solución por sí mismo. El entrenador debe situarse en el papel de Sócrates para ayudar a sus jugadores a confirmar sus hipótesis o a darse cuenta de que no son ciertas; todo ello mediante el método consistente en hacer las preguntas adecuadas encaminadas a realizar una crítica amable que obligue al jugador a reflexionar. Con la mayéutica no es el entrenador el que enseña, sino que es el jugador el que aprende por sí mismo al responder las preguntas que le plantea el entrenador.
Otros autores como Leonardo Ravier consideran que para que el método socrático tenga un mayor beneficio el jugador debe partir de la premisa de que no sabe nada al respecto; de esta forma, evitará posicionamientos apriorísticos que limitan enormemente el autoconocimiento al que se puede llegar con la mayéutica. Los prejuicios o ideas preestablecidas pueden limitar y hacer deficiente el potencial de autoconocimiento que se adquiere con este método.
Los entrenamientos integrados o globales se fundamentan en esta metodología clásica en la que el jugador es el verdadero protagonista del entrenamiento. El entrenador trata al jugador como un sujeto activo y busca que sea él mismo el que se de cuenta de los errores que comete. De esta forma, entrenamiento tras entrenamiento los jugadores serán más inteligentes, más autónomos.