LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
La autoconfianza está directamente relacionada con otros aspectos que influyen sobre el rendimiento deportivo, entre los que se encuentra el nivel de motivación, las emociones, los pensamientos positivos, la capacidad de concentración y la resistencia a la fatiga físico-mental (Balaguer, 1994). Sin duda, ver sobre el terreno de juego al central blanco es uno de los ejemplos más evidentes de la importancia que la confianza tiene para alcanzar niveles de máximo rendimiento deportivo.
Podríamos llegar a definir la autoconfianza como el recuerdo del éxito. El jugador brasileño solo recuerda éxito tras éxito en cada una de sus acciones, derrochando niveles altísimos de suficiencia. Sabe que va a llegar a ese balón y que lo va a interceptar. Está seguro de que ganará el duelo aéreo. Está convencido de estar situado en el lugar adecuado, en el momento adecuado. Transmite una enorme seguridad en sí mismo en todo lo que hace.
De forma indirecta, la autoconfianza influye sobre el rendimiento al permitir un mayor control del estrés competitivo. Niveles altos de autoconfianza pueden incluso llegar a convertir situaciones estresantes en estados motivantes. Este proceso se produce gracias a que el deportista no percibe la situación estresante como una amenaza sino como un nuevo reto a superar (Buceta y López, 2009). El último Clásico, cuartos y semifinales de Champions… escenarios de altísimo estrés competitivo que Militao ha percibido como retos motivantes a superar.
Los estudios existentes hasta la fecha sobre la relación entre la autoconfianza y la correcta elección–ejecución de la respuesta deportiva, establecen una correlación positiva, llegando a considerar a la autoconfianza como el motor del rendimiento deportivo. En general, los deportistas con altos niveles de autoconfianza se fijan objetivos más ambiciosos y responden de forma más eficiente a situaciones complejas y de mayor dificultad (Weinberg y Gould, 2010). Solo hay que ver las últimas intervenciones del central madridista para corroborar la validez de esta afirmación.
El rendimiento mejora a medida que aumenta el nivel de confianza que tiene el deportista sobre sus capacidades hasta un punto óptimo, a partir del cual aumentos adicionales de confianza disminuirían el rendimiento por darse el fenómeno conocido como exceso de confianza (Cox, 2009). Por el momento, Militao no ha mostrado momentos de exceso de confianza en los que su percepción de éxito no se corresponda con la realidad, aunque es algo a vigilar como posible amenaza de futuro. La humildad y la perseverancia en el trabajo son buenas recetas para este mal.
Podríamos establecer el nivel óptimo de autoconfianza como aquel en el que el deportista se establece metas realistas basándose en sus propias habilidades. Para lo cual, es imprescindible un buen nivel de autoconocimiento, así como mantener procesos de retroalimentación constantes que evalúen los resultados obtenidos con la percepción de maestría o competencia a la hora de ejecutar una serie de acciones determinadas (Viade, 2004). El central blanco evidencia tener un alto conocimiento de sus límites, por lo que de momento no parece estar en riesgo de sufrir exceso de confianza o de «venirse arriba», como se denomina de forma más coloquial. Este nivel de autocrítica permite al deportista conocer mejor cuáles son sus límites y cuál es el nivel de riesgo máximo que puede asumir sin llegar a la temeridad – distorsión entre lo que cree que puede hacer y lo que realmente puede hacer sobre la base de las competencias reales – (Fontaine, 1997).
No debemos confundir esta deseada prudencia con una no deseada falta de ambición competitiva. Como ya hemos comentado anteriormente, solo con una autoconfianza real – basada en competencias reales – el individuo puede marcarse retos cada vez más ambiciosos sin llegar a frustrarse en el intento (García, 1994). Militao está demostrando un perfecto equilibrio entre ambición y prudencia. La autoconfianza se ha convertido en el principal motor de su actual rendimiento deportivo.