La importancia de mantener la identidad

donde-vive-cristiano-ronaldoLÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

La identidad es el conjunto de rasgos individuales que caracterizan al futbolista. Es decir, lo que le diferencia de los demás. Cada jugador es único e irrepetible. El hecho de que esta singularidad le distinga de los iguales no tiene por qué obstaculizar la deseada asociación con sus compañeros. Podemos afirmar con rotundidad que ambas facetas, la individual y la grupal, no solo son compatibles sino que se complementan. El entrenador debe velar porque el éxito personal, lícito y necesario, se integre a la perfección en el éxito del equipo.

El jugador tiene derecho al éxito personal siempre que no se anteponga al éxito colectivo. No debemos olvidar que el fútbol es un deporte de equipo en el que todos los jugadores se benefician por la buena marcha del conjunto. Ambos éxitos se retroalimentan.

No obstante, en la realidad las cosas no son tan sencillas. En un vestuario existen diversos elementos potencialmente desestabilizadores. Los jugadores que no cuentan con muchos minutos son uno de los principales focos perturbadores de la cohesión grupal. En plantillas de más de veinte jugadores, el entrenador solo puede alinear a once. Esta circunstancia genera más de una decena de elementos potencialmente desequilibrantes. Estos futbolistas prefieren considerarse víctimas de un complot antes que hacer un sano ejercicio de autocrítica y reflexionar sobre la posibilidad de que un compañero sea mejor que él, se encuentre en un mejor estado de forma o encaje mejor en el planteamiento estratégico.

Es labor del entrenador reconocer las diferencias como algo enriquecedor para el equipo. No se puede planificar un entrenamiento igual para todos, a pesar de ser lo más cómodo. El entrenador debe diseñar entrenamientos a la carta con el objetivo de que sus jugadores mejoren las fortalezas individuales y corrijan las debilidades individuales. La personalización del entrenamiento permite que los jugadores desarrollen su creatividad en función de sus cualidades y poder así aportar respuestas efectivas y originales. Todo este trabajo personalizado redundará en beneficio del equipo durante la competición.

Otra de las labores del entrenador es mantener el orden y equilibrio dentro del vestuario. Potenciar la identidad y las diferencias puede generar actitudes y comportamientos negativos para la cohesión grupal. A continuación se exponen algunos de las actitudes o comportamientos más nocivos:

  • Actuar con altivez y querer ser preferido a otros. Se neutraliza reconociendo las propias limitaciones.
  • Actuar únicamente por propio interés buscando solo el beneficio personal. Se neutraliza anteponiendo el decoro a la utilidad y al interés, es decir, actuando con generosidad.
  • Hacer solo aquello que te apetece o desees. Se neutraliza actuando con esfuerzo, perseverancia y sacrificio.
  • Indignarse y enojarse con deseo de venganza. Se neutraliza aceptando lo que acontece sin alterarse y teniendo paciencia.
  • Actuar con exceso y desorden. Se neutraliza actuando con moderación. sobriedad y continencia.
  • Entristecerse del bien ajeno o desear algo que posee otra persona. Se neutraliza ayudando a los compañeros y teniendo una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno.
  • Actuar con negligencia, tedio o descuido en las cosas a las que nos hemos obligado o comprometido. Se neutraliza actuando con cuidado, prontitud, agilidad y diligencia.

El hecho de que un jugador tenga un tipo u otro de comportamiento forma parte de su yo más interno. Lo que podríamos denominar valores fuertemente adquiridos a lo largo de su vida y que resultan muy difíciles de modificar. El entrenador, no obstante, deberá neutralizar dichas conductas disruptivas en aras de mantener la homeostasis del equipo.