LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
Cuando escuchamos que un jugador es creativo, entendemos que tiene la capacidad de inventar acciones nuevas. En definitiva, de sorprender al rival. Es muy probable que el primer jugador que nos venga a la mente cuando nos pregunten por un futbolista creativo sea Leo Messi. La seña de identidad de este jugador es, sin duda, su creatividad. Es decir, su capacidad de resolver una situación mediante una acción inesperada para el rival.
Podríamos afirmar que creativo es aquel jugador que hace algo nuevo. Por extensión, un equipo creativo sería aquel que innova en su juego colectivo.
Una definición más erudita de creatividad sería: “capacidad para producir el mayor número de respuestas originales ante un estímulo dado” (Wyrick, 1968). En esta definición se incluye un aspecto cuantitativo – número de respuestas ante un estímulo –, deduciéndose que será más creativo aquel jugador que sea capaz de dar un mayor número de respuestas válidas. También se establece una interesante relación entre estímulo y respuesta, condicionando la respuesta al hecho de que sea original.
Otros teóricos consideran a la creatividad como la “capacidad de generar comportamientos motrices caracterizados por la fluidez, flexibilidad y originalidad” (Berstch, 1983). Este autor introduce dos nuevos conceptos:
- fluidez: facilidad motriz para ejecutar las acciones técnico-tácticas.
- flexibilidad: capacidad de adaptación a los cambios en función de las circunstancias y necesidades.
Como síntesis, podríamos establecer nuestra propia definición de creatividad aplicada al fútbol como la capacidad intrínsecamente humana de ejecutar con fluidez y flexibilidad el mayor número de respuestas originales.
El problema de hacer algo nuevo es que ese «algo» solo es creativo la primera vez que se hace. No podemos calificar a un jugador como creativo porque una vez haya hecho algo original. Sí podremos decir que la acción que ha realizado es creativa, pero para hacerse merecedor del adjetivo «creativo» necesitará tener continuidad en la originalidad. Es decir, ejecutar un gran número de respuestas originales ante los distintos estímulos que se le presenten durante la competición. Y esta capacidad suele estar solo al alcance de unos poco elegidos. Jugadores como Messi, Ronaldo, Fábregas, Silva, Vidal, Özil, Iniesta, Pogba o Modric entre otros, que son capaces de hacer genialidades técnico-tácticas que les permiten sorprender al adversario en cada partido.
Esta creatividad individual que está al alcance de unos pocos y que no dura siempre, nos lleva a diferenciarla claramente de la creatividad colectiva: “capacidad para establecer relaciones eficaces durante el desarrollo del juego» (Coca, 2006), faceta que está al alcance de muchos más futbolistas y que los entrenadores pueden y deben potenciar al máximo durante los entrenamientos.
Todo entrenador desea tener una plantilla formada por genios del fútbol con altas dosis de creatividad individual. Trabajar desde esta hipótesis resulta poco realista, por lo que nos centraremos más en la idea de creatividad como capacidad de establecer relaciones de todo tipo que nacen y se engarzan dentro y fuera de cada futbolista.
[continuará en una próxima publicación]