Hacia el jugador librepensador (I)

goldeiniestaLÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

Existen infinidad de categorizaciones sobre los métodos de enseñanza basados en distintas teorías que tienden a encasillar a cada entrenador dentro de una escuela u otra. Todas ellas dejan a un lado los aspectos que marcan, a la postre, la verdadera diferencia entre el éxito y el fracaso. Nos referimos al “toque personal” que cada entrenador da a su labor profesional.

Al igual que no existen dos jugadores iguales, tampoco existen dos entrenadores iguales. Potenciar la diferencia individual, aquello que nos diferencia más que lo que nos iguala, debe convertirse en el común denominador de cualquier método de enseñanza – aprendizaje.

El entrenamiento, como método de enseñanza – aprendizaje, tiene a dos actores principales: el entrenador y los jugadores, que suelen compartir desigual protagonismo en función del resultado.

Tradicionalmente se solía dar un mayor peso a la figura del entrenador, valorándose de forma positiva las dotes de mando al estilo militar. Afortunadamente, la tendencia actual es distinta. Técnicos como Zidane prefieren pasar a un segundo plano para que sean los jugadores los verdaderos protagonistas.

En las nuevas metodologías, el entrenador debe ser un mero facilitador de herramientas que permitan a sus jugadores tomar decisiones óptimas para el equipo. Este proceso mental implica necesariamente un proceso psicofísico que no siempre se entrena de forma adecuada.

El esquema de procesamiento de la información de Tolman nos facilita la hipótesis de partida que se pretende refutar: “La diferencia durante un partido la marcan fundamentalmente el sumatorio de las tomas de decisiones individuales de todos y cada uno de los jugadores”.

Los futbolistas realizan este proceso de forma casi automática infinidad de veces durante el desarrollo del partido. El entrenador desde el banquillo es un mero observador del resultado final del cómputo de procesamientos de la información de sus jugadores. Estos resultados o salidas pueden ser más o menos acertados y pueden estar mejor o peor ejecutados. Pero, sobre lo que no cabe ninguna duda es que:

  • Quienes toman las decisiones son los jugadores de forma individual.
  • La intervención del entrenador en estos procesamientos es casi inexistente. (Nos referimos al procesamiento de la información durante la competición. Lo máximo que podrá hacer el entrenador es dar indicaciones desde la banda, a priori o a posteriori).
  • El fallo o error en la toma de decisiones puede estar en:
    • Una mala información inicial (no se perciben los estímulos de forma adecuada).
    • Un mal procesamiento de la información, que a su vez puede estar causado por:
      • Tener unas sensaciones erróneas.
      • Un fallo en la percepción de la situación.
      • No recordar lo ocurrido en situaciones similares (fallo en la memoria).
      • Un error en la programación de la respuesta.
      • Una falta o exceso de activación (control emocional).
      • Una falta de atención o una focalización errónea de la misma.
  • La ausencia de feedback o información resultados provoca que en situaciones similares el jugador no aprenda de los errores ya cometidos.