Estrés en el fútbol (I): situaciones estresantes

Iker Casillas estrés LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

Según Fernández-Castro (1999), el estrés es un proceso de adaptación del organismo a los cambios internos o ambientales. Este autor diferencia tres elementos: núcleo del estrés, moduladores del estrés y consecuencias del estrés.

El núcleo del estrés se compone a su vez de las situaciones estresantes, las fuentes de estrés, las apreciaciones subjetivas del jugador y los afrontamientos.

Toda situación competitiva es potencialmente estresante. Que finalmente lo sea o no dependerá de la valoración que haga el futbolista de la misma. A su vez, la valoración dependerá de los recursos que el jugador o equipo crean tener para superar la situación competitiva potencialmente estresante.

Al jugador, por muy concentrado que pueda llegar a estar, le es imposible  desconectar del resto de aspectos que forman parte de su vida cotidiana. En consecuencia, las situaciones potencialmente estresantes se extienden al ámbito personal. No debemos olvidar que el jugador es persona antes que deportista.

Entre las situaciones vitales potencialmente estresantes podemos mencionar a modo de ejemplo: la muerte de un ser querido, separación sentimental, enfermedad de un familiar o amigo, discusión con un miembros del entorno cercano…

La acumulación de actividades cotidianas molestas también son situaciones potencialmente estresante. Nos referimos, por ejemplo, a no sentirse integrado dentro del vestuario, tener una mala relación con el entrenador, no estar a gusto con la pareja sentimental… Estas situaciones del día a día pueden llegar a ser una fuente de estrés si se producen con mucha frecuencia. Al principio, no se perciben como importantes de forma aislada, pero su recurrencia puede provocar un malestar incremental por efecto acumulativo. En la mayoría de las ocasiones el futbolista no es consciente de la situación hasta que aparece el estrés.

Todos estos acontecimientos ajenos a la competición, puntuales o continuados, requieren procesos de adaptación que pueden coincidir con el periodo competitivo. Sería ingenuo pensar que los futbolistas cuentas con las habilidades personales necesarias para hacerles frente. Muchos de estas situaciones vitales son de difícil solución y por lo tanto, el proceso de adaptación puede prolongarse en el tiempo. Durante este proceso el futbolista puede experimentar trastornos psicológicos (depresión o ansiedad) que desencadenen cambios somáticos relacionados con el rendimiento (insomnio, trastornos alimenticios o hipertensión, entre otros). Cuanto mayor tiempo dure este periodo estresante, mayor será el deterioro general de la salud del jugador.

Hablamos de fuente de estrés cuando una situación potencialmente estresante es valorada por el sujeto como una amenaza.

A las situaciones no competitivas potencialmente estresantes que hemos visto anteriormente debemos añadir las situaciones competitivas potencialmente estresantes propias de la competición: aspectos tácticos, técnicos, físicos, psicológicos y ambientales. Los entrenadores suelen focalizar la atención únicamente en estas últimas, olvidando o minusvalorando las primeras que, en muchas ocasiones, son la verdadera fuente de estrés del jugador.