LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
El futbolista, como persona que es, tiene derecho a poder ser más. Los grandes deportistas se caracterizan precisamente por el inconformismo. La ambición de ganarlo todo es lícita. Pero lo que diferencia a este tipo de deportistas de los “tontos motivados” es que los primeros son plenamente consciente de su naturaleza finita, limitada e insatisfactoria. Desde esta realidad proyectan, futurizan e ilusionan sus propósitos. Sabedores de que el camino va a ser muy duro, precisamente porque conocen mejor que nadie sus límites.
Fruto de su empeño, alcanzarán algunas de las metas propuestas o no. Pero disfrutaran en el camino. En el fondo, lo que menos importa es si se consigue o no. Lo más importante es intentarlo y disfrutar en la superación personal diaria. El camino en sí es lo esencial. Si al final hay recompensa, mejor. Pero el verdadero deportista es el que se marca como única meta la lucha consigo mismo, con sus límites.
Su único objetivo es realizar un buen entrenamiento. De esta forma, se define el presente en virtud del proyecto personal que él ha elegido. Lo que le preocupa es el hoy. El mañana le resulta muy lejano y el pasado, tras haber sacado conclusiones, ya no le interesa. Vive en un presente continuo de mejora personal y colectiva.
No olvida la exigencia de obtener buenos resultados. No es ajeno a la realidad del deporte de alta competición. Simplemente prefiere focalizar la atención en actuar de forma eficiente. Su compromiso cotidiano es trabajar para ser más competitivo. Aunque es consciente de que el esfuerzo no siempre le va a reportar la victoria, sabe que es un ser limitado. Lo que sí le va a permitir, con independencia del resultado, es sentirse plenamente realizado por haberlo dado todo.
El conocido lema olímpico “Citius, Altius, Fortius” (Más rápido, más alto, más fuerte) resume la idea del “poder ser más”. Que no hay que confundir con “querer es poder”. Esta última interpretación olvida la evidencia de que el deportista tiene límites y lo único que provoca es frustración cuando no se consigue ser el mejor.