Inteligencia emocional en el fútbol (II)

1113032_full-lndLÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

Antes de Goleman (1996) ya se había definido el término de inteligencia emocional; los autores Mayer y Salovey (1993) definieron la inteligencia emocional como una inteligencia social que englobaba la habilidad para controlar las propias emociones y las de los demás.

Una de las tres virtudes cardinales de la Antigua Grecia que se consideraban clave para alcanzar la excelencia ciudadana – la templanza – también coincide con la esencia del concepto de inteligencia emocional en su variante de autocontrol emocional. Estas tres virtudes posteriormente se convirtieron en cuatro al añadirse el concepto de prudencia. La templanza consistía en la moderación de los deseos y apetitos corporales naturales, es decir, en el control de las emociones (Moreno Villa, 1999).

Goleman (1996) divide la concepción clásica de inteligencia en dos, la inteligencia – que podríamos denominar inteligencia racional – y la inteligencia emocional antes descrita. Otros autores como Gardner (2005) desgranan aún más el concepto de inteligencia y hablan de la denominada inteligencia múltiple compuesta por siete inteligencias o capacidades mentales que se pueden ver en la figura.

InteligenciasGardner

De las siete inteligencias descritas por Gardner (2005), las dos inteligencias personales – intrapersonal e interpersonal – son las que más se asemejan a la inteligencia emocional definida por Goleman (1996) en su vertiente de autocontrol de las emociones o templanza.

Estas dos inteligencias personales del modelo de Gardner (2005) también se recogían en la definición original de inteligencia emocional de Salovey y Mayer (1990) quienes ya hablaban de cinco habilidades muy concretas:

  • Autoconocimiento emocional como piedra angular del control de las emociones.
  • Controlar las emociones de forma adecuada para evitar sentimientos perjudiciales prolongados como la ansiedad, ira, desesperación entre otros.
  • Automotivación o regulación de las emociones en beneficio propio.
  • Empatía o reconocimiento de las emociones de los demás para poder sintonizar con sus necesidades.
  • Competencia social de manejo de las emociones para poder interactuar con los demás de forma adecuada.

El denominador común de las tres capacidades o competencias sigue siendo el autocontrol emocional o templanza. Si se consigue dicho control, el resto de competencias serán viables; en caso contrario, nunca se podrá conseguir la denominada inteligencia emocional (Molero, Saíz y Esteban, 1998).