Autoconfianza y motivación se retroalimentan

Mario-Gaspar-marca-chilena-Inglaterra_MDSVID20151113_0190_38LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

Uno de los elementos más potenciadores de la motivación, a parte de la diversión, es la confianza que el individuo tiene a la hora de afrontar un nuevo reto. Esta nueva situación va ser mucho más motivadora si el individuo percibe altas dosis de maestría para poder superarla satisfactoriamente (Sanz, 2009).

La recompensa esperada va a motivar aún más el intento de superar el reto si el individuo prevé conseguirlo con éxito – mayor confianza en sus posibilidades – que si prevé o está convencido de que va a fracasar. En este último caso, no solo disminuye la motivación por la ejecución, sino que de confirmarse el fracaso, la autoconfianza también disminuirá (Aguilar, 2009). Es decir, la motivación que tenemos por hacer algo que creemos que se nos da bien siempre será mayor que cuando nos enfrentamos a algo en lo que creemos que no somos muy buenos. Aunque una falta de dificultad también puede tener los mismos efectos desmotivadores. En estos dos últimos casos, vamos a necesitar una motivación extra para simplemente intentarlo. Mientras que en el primer caso la motivación es intrínseca y automática, ya que el individuo percibe competencia y control de la situación (Sanz, 2009).

El conocimiento de la motivación es fundamental para poder mejorar la conducta deportiva, ya que el componente motivacional determina la intensidad y orientación del comportamiento individual. Este comportamiento tiene un fuerte impacto sobre el rendimiento en deportes individuales. Para conseguir un efecto similar en deportes de equipo como el fútbol, la motivación debe tener componentes grupales; de esta forma, se conseguirá mejorar el comportamiento a nivel colectivo (González Fernández, 1997).

De forma genérica, se utiliza el término de activación para indicar el aspecto energético o de intensidad de la motivación. En relación con el rendimiento, se debe diferenciar entre el nivel de activación fisiológico y el nivel de activación cognitivo. Ambos influyen sobre el rendimiento, aunque el cognitivo se relaciona más con aspectos de naturaleza psicológica que afectan de forma individual a cada deportista (De la Vega, 2004; Duffy, 1962).

La activación es la propiedad que da energía a la motivación, puesto que se advierte fácilmente en la conducta, ya que es una de las variables responsables del inicio, del mantenimiento, de la intensidad y de la finalización de la conducta motivada (Sanz et al., 2013, p. 61).