LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
Tras una recopilación de más de cien definiciones del concepto de motivación, los aspectos que más se repiten son: activación, vigor, persistencia y direccionalidad de la conducta (Kleinginna y Kleinginna, 1981; Madeira, Arriaga, Adriao, Lopes y Esteves, 2013).
Podríamos definir la motivación como el grado de interés que el deportista tiene, tanto por la práctica deportiva en sí, como por las consecuencias de la misma (Buceta, 1995b).
Una definición más académica sería la de: “proceso adaptativo que da energía y dirige el comportamiento hacia un objetivo o meta de una actividad, a la que instiga y mantiene” (Sanz, Menéndez, Rivero y Conde, 2013, p. 22).
El conocimiento de cómo motivar resulta fundamental a la hora de poder mejorar la conducta deportiva de un individuo, ya que el componente motivacional determina la intensidad y orientación del comportamiento individual (Sanz, 2009). Este comportamiento tiene un fuerte impacto sobre el rendimiento en deportes individuales. Para conseguir un efecto similar en deportes de equipo como el fútbol, la motivación debe tener componentes grupales; de esta forma, se conseguirá mejorar el comportamiento a nivel colectivo (González Fernández, 1997).
Existen diferentes clasificaciones de motivación en función de la elección de distintos criterios. El criterio más aceptado por la mayoría de los autores es aquel que distingue entre dos tipos de motivación: la intrínseca, aquella cuyos motivos se encuentran en el interior del individuo – autorealización, placer, autoexigencia… –, y la extrínseca, aquella en la que la motivación proviene de factores externos al deportista – reconocimiento social, contraprestaciones económicas, fama… – (Cantón, 1999).
La motivación que tenga un futbolista de cara a la competición va a influir sobre la predisposición que este tenga a la hora de ejecutar las acciones técnico-tácticas. Esta actitud más o menos positiva va a condicionar el comportamiento deportivo del futbolista. La motivación, en este sentido, se podría entender como una serie de factores dinámicos e internos que van a determinar la conducta competitiva del deportista. El éxito en la consecución de un objetivo determinado es directamente proporcional al entusiasmo que se tenga para conseguir dicho objetivo (J. M. Williams, 1991).