LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
El organismo tiene una reacción al estrés muy similar al que tiene ante una infección o un tumor. Con independencia de la fuente de estrés, el cuerpo humano moviliza sus defensas para hacer frente a cualquier amenaza siguiendo el mismo patrón que Selye (1976) denominó síndrome general de adaptación y que se divide en tres fases:
- Fase de reacción de alarma que aumenta la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea, trasvasa sangre a los músculos y provoca otros cambios fisiológicos que predisponen al cuerpo para la lucha física – reacción lucha o huida –.
- Fase de resistencia, se movilizan los recursos del organismo para resistir al estrés a costa de un enorme gasto energético. Si el estrés persiste, el individuo termina agotándose y es más vulnerable al estrés.
- Fase de agotamiento, en esta fase se produce el agotamiento y la resistencia al estrés disminuye. Puede causar un daño severo al organismo.
Cuando el jugador se encuentra en la primera fase del síndrome general de adaptación, el rendimiento deportivo aumenta debido a los efectos positivos relacionados con la activación neurofisiológica. Sin embargo, las dos fases posteriores – de resistencia y de agotamiento – provocan una disminución en el rendimiento del deportista.
Una de las consecuencias más comunes que desencadena el estrés es la ansiedad; entendida esta como la reacción del individuo frente a peligros reales o imaginarios. Existen tres estrategias para hacer frente a la ansiedad:
- Sumisión, acercarse a los demás;
- Agresión, atacar a los demás.
- Desapego, alejarse de la gente.
Cualquiera de las tres estrategias garantiza la seguridad del individuo y resuelve problemas emocionales, aunque a costa de la independencia personal (Ewen, 2014; Horney, 1937). Por lo tanto, podríamos definir la ansiedad competitiva como un aspecto de la personalidad del individuo que provoca una percepción de amenaza individual y variable – en cuanto a su intensidad –ante situaciones competitivas. De tal forma, que los deportistas con niveles altos de ansiedad competitiva perciben como más amenazadora una competición determinada en relación a otros atletas con niveles más bajos. Tanto la diferencia de percepción como la estrategia que el jugador decida adoptar, van a verse reflejadas en el rendimiento deportivo (Tamorri, 2004).