LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
El exceso de confianza es muy frecuente cuando el deportista se enfrenta a rivales teóricamente inferiores. En estos casos, el individuo sobrestima sus habilidades a la vez que subestima las habilidades del contrario; lo que suele desencadenar en una pérdida de concentración y en la disminución del nivel de activación y del esfuerzo. Todo ello se traduce en errores inesperados en la ejecución, que paulatinamente van aumentando la autoconfianza del rival, a la vez que aumenta la ansiedad por no conseguir el resultado esperado. De este modo, se dificulta la consecución de la victoria (De Diego y Sagredo, 1992).
En el lado opuesto, nos encontramos con deportistas con bajos niveles de confianza que se alejan de la excelencia deportiva. Las inseguridades que un deportista tiene sobre sus capacidades provocan ansiedad y pérdida de concentración; ya que terminan centrándose más en evitar los puntos débiles que en sacar el máximo rendimiento a sus habilidades y destrezas deportivas. El miedo a equivocarse puede llegar a provocar un error que en niveles normales de confianza nunca se produciría (Dosil, 2008). La falta de autoconfianza en la realización de una acción técnico-táctica también puede provocar que el futbolista «se esconda» entre sus compañeros. Cada vez que reciba el balón realizará acciones ausentes de riesgo, evitando asumir responsabilidades.
El deportista debe tener confianza en sí mismo. Ahí reside el secreto del éxito. Aun cuando se equivoque en una acción concreta y las consecuencias sean tan graves como encajar un gol, incluso entonces, debe considerarse un gran futbolista. Sin la absoluta confianza en uno mismo, uno está destinado al fracaso. El error puntual forma parte del éxito, la única diferencia entre el éxito y el fracaso es la capacidad de resiliencia.