La confianza en el entrenador es fundamental para alcanzar el éxito

Tata Martino

LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.

La calidad de la interrelación entre entrenador y jugador es considerada como uno de los factores más influyentes para que el proceso de entrenamiento psicológico integrado tenga éxito (McGovern, Lindemann, Vergara, Murphy, Barker, & Warrenfeltz, 2001). Para que se produzca la deseada simbiosis entre entrenador y jugador, es necesario que nunca se pierda la confianza mutua que debe presidir cada sesión de entrenamiento. Por lo tanto, la confianza se convierte en un factor necesario, aunque no suficiente, sin el cual el entrenamiento psicológico integrado se verá abocado al fracaso (Gyllensten & Palmer, 2005).

La confidencialidad puede generar un grave problema al entrenador si el jugador percibe que se ha trasladado parte o la totalidad del contenido de las sesiones de entrenamiento a terceras personas – dirección, prensa, cuerpo técnico… –. Recuperar la confianza una vez perdida puede convertirse en una ardua labor, que de no conseguirse, incapacitaría al entrenador para continuar dirigiendo el proceso de entrenamiento psicológico integrado (Paige, 2002).

La confianza debe ganarse con respeto, competencias y capacidades en la dirección de un grupo humano que busca un líder que consiga sacar el máximo rendimiento del equipo y por ende, de cada uno de sus integrantes. Un líder que sea justo y que sepa reconocer el esfuerzo y sacrificio diario, sin favoritismos ni alienaciones mediáticas. Un líder coherente, cercano, prudente, sensato y discreto. Un líder optimista y que confíe en el potencial de sus jugadores. Un líder que les exija a cada jugador en función de sus posibilidades y no ha todos por igual. Un líder consciente de que solo confiarán en él cuando sus jugadores perciban que él confía en ellos. Quid pro quo, solo confío en tí si tu confías en mi.

Aquellos entrenadores que buscan el camino fácil y utilizan el miedo como medio para ganarse el respeto de sus jugadores, perciben una falsa sensación de confianza que dura el mismo tiempo que duren los buenos resultados. Ante las adversidades, los jugadores irán perdiendo paulatinamente el miedo al entrenador y en consecuencia el respeto y la falsa confianza. La destitución del «pseudolíder» ya solo es cuestión de tiempo.