LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
Los entrenadores de chupetines, prebenjamienes, benjamines, alevines e incluso infantiles ven como en cada partido los niños están deseando tener el balón en sus pies para literalmente “comerse el mundo”. En ese momento cierran los ojos y se transforman en Messi, Cristiano Ronaldo, Casillas o el jugador con el que sueñan cada noche. Es el momento de hacer sus sueños realidad. El pequeño Messi lleva toda la semana esperando ese día, se levanta cada mañana contando los días que faltan para la gran cita. Los entrenamientos entre semana se convierten en momentos puntuales de gloria que le acercan al gran día. Se acuestan pensando en fútbol y se levantan con esa sensación inexplicable con el que todos algún día nos hemos levantado, esa sensación de querer comerse el mundo. La pasión por el fútbol se convierte en el motor de todo: si no terminas los deberes no irás a entrenar; si no te comes todo no irás a entrenar; si no te portas bien no irás a entrenar… ¿Y por qué siempre funciona? Esta técnica conductista es la más utilizada por padres y docentes a la hora de educar. El fin (una buena educación académica, una buena alimentación, un buen comportamiento social) justifica los medios (amenaza de retirar algo deseable para el niño: el fútbol). Pero quizá los maestros sean ellos y nosotros simples aprendices desaventajados. ¿Cuándo fue el día en el que dejaste de querer comerte el mundo?