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LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
La clave del éxito de la integración de un futbolista dentro de un vestuario va a estar muy relacionado con la capacidad de diferenciar los tres tipos de personas con los que va a tener que interrelacionarse.
- Aquellos que se van a alegrar cada vez que algo le salga mal.
- Aquellos a los que le va a dar igual lo que haga.
- Aquellos que se van a alegrar de cada cosa que le salga bien.
En el segundo grupo están la inmensa mayoría de personas, bien porque ni siquiera saben quien es el jugador (simplemente no se han cruzado con él o no le conocen mediáticamente); o porque conociéndole, simplemente no les interesa. Con esta gentes es mejor ni perder el tiempo, no hay que gastar energía con alguien que conociéndote piensa que no le puedes aportar nada.
Por último, se encuentra el grupo selecto de aquellos que se van a alegrar de cada éxito que tenga, lo van a sentir como propio e incluso van a alegrarse más que si lo hubieran conseguido ellos mismos. Hay que tener cuidado con la percepción del tamaño de este grupo, lo normal es que por muy sociable que se crea, posiblemente le sobren los dedos de una mano para contar las personas que se encuentran dentro de este grupo.
Los progenitores suelen ser los únicos que sin duda se encuentran dentro de este último grupo (quien sea padre lo entenderá). La verdadera integración dentro del vestuario aumentará de forma directamente proporcional al número de compañeros que entren dentro de este grupo privilegiado. Hay que ser muy consciente de ello y cuando un nuevo compañero adquiera esta categoría, no hay que dejarla escapar, hay que cuidarla, dedicarle el mayor tiempo posible (cuando dudes qué es lo que más te importa en la vida haz un ejercicio muy simple, calcula el tiempo que dedicas a cada cosa y desprecia aquello que haces de forma obligada. Las cosas a las que más tiempo dedicas son las que más te importan, sin duda).