LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
En numerosas ocasiones los futbolistas se creen mejores o peores de lo que realmente son. Pero la realidad, a falta de criterios objetivos, depende de la percepción subjetiva del observador y de su exposición a agentes externos que puedan influir o manipular su criterio. Los medios de comunicación suelen ejercer esta función manipulativa alabando o criticando a jugadores concretos con independencia de la existencia o no de datos objetivos que avalen su opinión.
Por este motivo, el uso de dinámicas de grupo en el que el futbolista pueda conocerse mejor resulta de gran utilidad. En esta dinámica, no solo se va a comparar la autovaloración de cada jugador con la realidad, sino que se va a comparar con la opinión del resto de compañeros.
Esta dinámica tiene varias fases. Una primera fase en la que se reúne a los jugadores y se le entrega un cuestionario en forma de cuadrante similar al que se indica a continuación:
En el cuestionario se puede observar una primera columna en el que aparecen los nombres de los jugadores acompañados de a una fotografía de la cara tamaño carnet. El hecho de incluir la fotografía resulta fundamental, ya que de esta forma cada jugador va a poder contestar de forma intuitiva a cada una de las cuestiones planteadas en función de la emoción que le evoque la imagen del compañero.
A continuación se incluirán diez columnas en cuya cabecera se pondrá el concepto técnico, táctico, físico o psicológico que queremos que valoren. En nuestro ejemplo se han incluido los siguientes ítems:
- Lanzamiento de penalti.
- Simpatía.
- Superar un uno contra uno con posesión de balón.
- Generosidad.
- Defender un uno contra uno.
- Sinceridad.
- Meter un gol de cabeza desde un lanzamiento de esquina.
- Te irías de marcha con él.
- Marcar un gol de tiro libre directo desde la frontal del área grande.
- Le contarías un gran secreto.
Los ítems deberán adaptarse a las características del equipo y a la información que el entrenador quiere obtener y quiere que sus jugadores conozcan.
Cada jugador deberá valorar con total sinceridad, en una escala de 1 a 5, cada uno de los aspectos indicados para cada uno de sus compañeros y de sí mismo. Por ejemplo, en el primer concepto: meter un gol de penalti, deberá poner 1 – o cercano a 1 – si cree que su compañero o él no suele meter ningún gol de penalti; y 5 – o muy cercano a 5 – si piensa que siempre o casi siempre transforma los lanzamientos de penalti que lanza. No obstante, es muy probable que en la mayoría de los casos la puntuación sea de 2, 3 ó 4; evitando las puntuaciones extremas de 1 ó 5 por ser poco probable pensar que un jugador vaya a meter todos los penaltis que lance o que no meta ninguno.
Con los conceptos psicológicos o sociales – simpatía, sinceridad, generosidad, salir de marcha con él o contarle un gran secreto – se seguirá el mismo procedimiento de puntuación. Aunque se deberá advertir a los jugadores que para valorar este tipo de ítems es fundamental contestar rápidamente, sin pensarlo mucho, para potenciar una respuesta más más emocional que racional. De hecho, se debe establecer un breve periodo de tiempo para contestar el total de las preguntas. De esta forma, los jugadores no podrán «pensar» demasiado la respuesta que consideren más idónea a sus intereses; o aquellas que les haría quedar mejor con sus compañeros. No hay que olvidar que esta dinámica exige un alto grado de sinceridad.
Aunque el principal objetivo de la dinámica se centra en el autoconocimiento del jugador, es indudable que la información que el entrenador obtiene, sobre todo en cuanto a los aspectos psicosociales, es de gran valor para la dirección del equipo. Esta dinámica puede neutralizar el efecto perverso del fenómeno conocido como «espiral del silencio» que consiste en que dentro de un grupo, los individuos se comportan y piensan como creen que lo hace la mayoría; dejando a un lado sus verdaderos ideales. De esta forma, dentro del vestuario puede existir un falso líder que todo el mundo sigue manteniendo como tal por el simple hecho de que cada jugador piensa que el resto de compañeros quiere que sea el líder. Con dinámicas como estas, podemos desenmascarar a estos falsos líderes y detectar quién es el jugador mejor valorado en los aspectos relacionados con la capacidad de liderazgo.
También sirve para aumentar la autoestima de los jugadores que se han autoevaluado por debajo de la media de la puntuación dada por sus compañeros; o en el caso contrario, aumentar la humildad de aquellos jugadores que se hayan autoevaluado por encima de la puntuación dada por sus compañeros.
Una vez obtenidos los resultados, será el entrenador el que deberá decidir qué parte de la información va a compartir con el equipo. Puede dar el 100% de la información, entregando los resultados sin más; o filtrar solo aquellos que le interese en función de los objetivos que persiga. Por ejemplo, aumentar la autoestima de determinados jugadores o «bajar los humos» a otros. Tome la decisión que tome, de lo que sí debe ser consciente es de las consecuencias que puede tener tomar una u otra decisión. Por ejemplo, a ningún jugador le gustará saber que en la casilla de «te irías de marcha con él» sus compañeros le han otorgado una puntuación media de 1,20 sobre 5; y mucho menos que todo el equipo lo sepa.
Con los cuestionarios vamos a obtener dos tipos de valoración:
- La valoración que hace cada jugador de sí mismo.
- La valoración que hace cada jugador del resto de compañeros.
La comparación de ambos resultados puede llegar a arrojar resultados muy interesantes. Pero la dinámica también pretende comparar ambas percepciones – la de cada jugador y la del grupo – con datos objetivos y cuantificables. Con este objetivo, en los entrenamientos sucesivos el entrenador irá intercalando una serie de ejercicios prácticos con los que podrá obtener una serie de datos individualizados por cada jugador relativos al número de aciertos o fallos cometidos en las distintas acción técnico-táctica en las que intervenga. En todas las tareas planteadas, se dividirá al equipo en cuatro grupos y se realizarán torneos de:
- Lanzamientos de penaltis.
- Enfrentamientos uno contra uno en espacio reducido.
- Lanzamientos de esquina.
- Lanzamientos de libres directos desde la frontal del área.
Lo ideal sería realizar al menos dos veces cada uno de los torneos para obtener un número elevado de resultados de cada jugador. Para la toma de datos es recomendable grabar las tareas para poder cuantificar posteriormente de forma meticulosa los aciertos y errores de cada jugador. Una vez obtenidos los datos reales, se entregará a cada jugador sus estadísticas. Además, se compararán los resultados reales obtenidos con las valoraciones medias que el equipo ha otorgado a cada compañero; así como la autovaloración de cada jugador.
Después de realizar esta última fase y comparar todos los datos registrados, podríamos llegar a obtener información tan relevante como por ejemplo: un jugador que se haya autoevaluado con un 4 sobre 5 en lanzamiento de penaltis y que la media de la valoración de sus compañeros haya sido de 3,95 (muy acorde con la autovaloración realizada por el propio futbolista). A la hora de comparar ambas percepciones con los datos reales, podríamos llegar a observar que ha conseguido una estadística real en la que tan solo ha transformado 5 de 20 lanzamientos de penalti que ha ejecutado. Es decir, que su porcentaje real de acierto es de un 25%; lo que equivaldría a una valoración – en la escala de 1 a 5 – de a penas un 1,25 puntos. 2,75 puntos por encima de la percepción de los compañeros y de la propia percepción del jugador.