LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
El entrenador, como líder del grupo, debe conseguir que los jugadores alcancen los máximos niveles de autoconfianza posible. A la hora de realizar la convocatoria, el entrenador solo debe seleccionar a aquellos jugadores que poseen confianza a la hora de superar el reto competitivo que se les plantea; este debe ser el principal factor decisorio para indicar quiénes van a formar parte del once inicial y quiénes se van a quedar en la grada.
Debemos tener muy presente que cada jugador es en sí mismo su principal enemigo. No vale compararse con los demás ni buscar excusas externas. El primer limitante de rendimiento es la falta de confianza en uno mismo.
El futbolista debe ser consciente de que el entrenamiento es un aprendizaje, de que por mucho que crea saber, siempre existe margen para seguir aprendiendo. El rol de aprendiz es un papel que acompaña al deportista durante toda su trayectoria y ese afán por seguir aprendiendo día a día es lo que permite aumentar el rendimiento y mantener altos niveles de confianza.
En este aprendizaje continuo, la autocrítica juega un papel clave. La autocrítica solo se alcanza pensando, reflexionando sobre lo que ha ocurrido. El entrenador deberá fomentar que sea cada jugador el que vea y sea consciente de los errores que ha cometido. Para ello, deberá evitar un exceso de protagonismo que le conduzca a aportar la solución antes que el propio jugador la perciba. Si acomodamos a los jugadores con constantes feedbacks externos, estaremos anulando la autocrítica tan necesaria para conseguir un aprendizaje autónomo.